Niño herido
Mi niño que fuiste herido, constreñido, amado y olvidado.
No olvides que te quiero. Como sólo sabe el alma, como sólo tú: Lucero.
¿Sabes que el cielo es tu casa, que allí y en cualquier sitio está tu hogar?
Porque tú eres firmamento que en todas partes crea hogar y te da la vida, que te rebosa sin quererlo, porque simplemente así eres.
Niño querido, mi niño herido.
Sana tus dolores, que en tus llagas ya sangradas tuviste devoción y sufrimiento, paz y contento.
Sana tus estigmas, vencidos ya, a la luz del viento…
Mi niño herido, mi niño ganado.
Que el don con el que naciste…
ya ha germinado.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 10/04/2018.