A ti
A ti.
Que creciste con exceso de responsabilidad, por y para los demás.
Que anulaste tus anhelos en tus entrañas, perdiéndolos en alguna isla despistada de paso por la vida.
A ti, amigo,
que no supiste sacar la fuerza de tu interior para seguir el rumbo de tu vida, por ayudar a quienes amas…
A ti, hermano,
que caíste en la trampa de alimentarte, callado, en el trueque de afectos, atención y cuidado, a cambio de acatar pasar desapercibido, sin desentonar, y estando siempre dispuesto en el hacer lo que fuera preciso para que tus seres queridos estuvieran bien.
A ti,
que por el gran corazón que trajiste bajo el brazo regalaste la vida, solo por ver y sentir una sonrisa cada mañana.
A ti te entrego este reconocimiento desde el centro de mi Ser.
Reconocimiento, abrazo y una lágrima de amor.
En este momento de impulso vital que, sereno, se aquieta el alma y expone vivencias sobre la mesa, como si fueran naipes que están siendo reordenados. Con atención, con cariño.
Con ese afecto que parte desde la infancia y penetra por todos sus poros, llenándolos. Cómo hace el agua de mar cuando rebosa a través de las cavidades en las rocas al ritmo de la marea, hidratando paredes, sanando corazones, llenando… la Vida.
Y todo continúa. Con una sonrisa desnuda y dulce que acuna el alma.
Está saliendo la luna…
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 25/04/2018.