Pasando la vida
Contemplo los latidos, por si me revelan algo.
Ni tan siquiera se rebelan, tan solo permanecen, haciéndose notar en sus ritmos suaves.
Nada más.
Cualquier pensamiento me aleja de sentir el tic tac de las horas en las que la vida se manifiesta.
Por eso abro la puerta del desván, bien ordenado y dispuesto, para acomodar allí al pensamiento. Para que la mente baile ahí a su antojo, mientras me reservo el derecho de reclamar el gran salón de baile, corazón de mi hogar, para danzar y danzar… al ritmo que marquen mis latidos, los que me anclan a la vida y marcan el pulso con el que mis sentidos afloran a flor de piel y me permiten expresar el universo que llega hasta mis puertas, esperando a ser danzado.
Flores, aromas, movimiento y el estremecimiento de poder ser el artífice de la entrada de ese universo, en mi mundo…
Fugaz,… pero intenso.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 03/04/2018.