Trenes y lunas
pasan los trenes, de largo,
mientras las traviesas aparecen y se ocultan con el rumor del desierto…
Senderos de ferro, luna llena de agosto.
Las dunas callan,
encallan las lunas cuando los sentimientos topan con el viento, llevados lejos, muy lejos…
Entre vías de lazos muertos que se hunden en las arenas y ceden su testigo entre raíles que, en su viva expresión, reaparecen desde el vacío y crecen como el sol de agosto, radiante y sereno.
En pleno desierto.
En la nada que no espera.
Son los ciclos del amor que vienen y van desde el corazón y, que… un buen día, se instalan en el alma, para quedarse.
Sin hacer ruido.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 21/01/2018.