Templada cala
Templada cala que con humedad germinas, templo de anacoretas que abres con un rugido suavemente musitado tus colores desgranados blancos, dorados y carmesíes,
cuando alguien llama a tu puerta.
– Dejadme entrar, Dama del Rocío. Un caminante necesita vuestro cobijo y protección.
– Entrad ya. El encanto os cubre con manto sereno, apaciguador, aterciopela vuestras llagas.
Que las gotas de rocío -entregadas cada vez que a un huésped recibo- borren vuestras huellas de cansancio y tracen de nuevo vuestro camino.
Pero ahora, descansad en el silencio que aquí emana para que el Amor que buscáis reaparezca dentro de vos como manantial en el lecho, como lucero en la travesía, postergada por un momento.
Descansad.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 04/12/2017