Reyes Magos
Y los Reyes Magos escucharon el viento, allá dentro, donde sólo los recuerdos conviven con la vida y el universo.
Allí, encontraron un eco que contorneaba los tesoros preciados que el viaje de toda una vida les había confiado.
Legado que cuidaban y mimaban en la espera de una señal, de una entrega.
Y el eco, retumbó como se muestran las abejas al oído del alma cuando están listas para recolectar el néctar de las flores, en los corazones bien dispuestos.
Retumbó, magnificó el silencio,
magnífico silencio…
La consciencia triangulada se puso en camino con tres mantos de color, en tres caravanas a través del desierto y bajo la luz de la estrella del nacimiento, alineados consigo mismos, como imanes que simplemente permiten vivirse como naturalmente han sido formados para la vida.
Los imanes llegaron a un compás bien acompasado hasta la forja del niño-hombre y cumplieron su función:
Derramar los tesoros en corazón incipiente, de infante porte, vacío y deslumbrante recipiente.
Nutrirlo con sus mantos,…
Permitiendo que el destino lo transformara en hombre, de carne y luz, de entrega y sonrisa pura.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 10/01/2018.