Felicidad
A menudo de siempre, la felicidad está rodeada de oscuridad, vive entre ella. Se perciben ambas.
Como pequeñas velas de zen separadas al azar en la pista de un aeropuerto, entre aviones y vidas que parten, mientras otras regresan.
Que la pista sea de despegue no importa; tampoco si lo es de aterrizaje. Párate un instante, atento…
Sólo brillan los puntos en la noche, ajenos a cualquier movimiento de vaivenes fluctuantes, fieles a su destelleo como faros para el alma.
Como las estrellas a los Ángeles.
Como las miradas dulces al calor del ser humano, en el corazón ausente de ruido.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 07/01/2018.