De viaje
El sonido del motor se ha convertido en un ronroneo, un mantra más de los que te mantienen en un estado atesorado y que transportan el momento desde el ruido al silencio.
Preguntas…
Si los campos segados sosiegan el espíritu a su paso por el atardecer.
Si las huertas verdecidas traen frescor a las incógnitas, cuando respiras como alto es el vuelo de la golondrina, a su paso rasante sobre tu piel de terracota, yacente sobre lecho de agua, roca de musgo y arena.
Si los reflejos vespertinos de sol sobre las naves en los vastos campos de trigo, destrigados, alimentan tu sonrisa cuando el corazón nada en los cenotes vivos que la vida auténtica recrea sólo para ti, Ángel del ensueño.
Sólo mecerse, dejándose acunar por el bálsamo del silencio que siempre reaparece bajo el ruido del motor, de la vida.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 26/11/2017