De la tierra
una y sólo una gota,
una sola lágrima, flor de esperanza.
Qué habrá de germinar en cristales de sal, como caleidoscopios en fractales creciendo hacia el infinito…
Como una y solamente una lágrima recorriendo tu mejilla, que discurre por las laderas de tu rostro suave,
como rastro visible de un río desbordado pero de manantial cristalino bajo la piel, por fin serena.
Sólo esa única lágrima y sé, que ahora, en este instante, el cauce se llena nuevamente de vida.
Donde las márgenes acarician los juncos, de peces llenos.
Donde el torrente rompe sobre los cantos rodados en rocas empapados, de vida.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 31/07/2018.