Bondades
Se mueven por dentro, como un caldo en cultivo sereno, bien asentado, con sabor amable fruto de cosecha reservada.
Desapercibidas mientras los hilos vitales no entrecruzan esas miradas portadoras del bálsamo que calma las cicatrices de la vida, esperanza del guerrero cansado.
Y cuando se entrecruzan…
cuando las miradas se dejan acariciar en la sonrisa del Alma…
Tan solo ocurre.
Prende sólo un pequeño fósforo que acaricia cualquier ligero punto de la telaraña diaria y cotidiana en la que transcurren las vivencias, las relaciones del ser humano.
Entonces… y como reguero de pólvora de chispa encendida, refulge un estallido a la velocidad del rayo, que impacta directamente -y sin ser visto- en el corazón de los hombres, en el centro del pecho, donde el corazón late.
A través de la mirada.
Y apuntando hacia dentro, desde la sonrisa que toca, que expande…
Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 03/07/2019