Navidad
Abre de par en par tus ventanas. Tal vez sientas frío, un frío gélido que te recorre toda la espina dorsal…
Ese viento helado que atraviesa el alféizar sobre el que reposas en verano, y que llega hasta todos los recovecos de tus habitaciones, arrastrando a su paso todo lo que sobra, lo que ya no te hace falta…
Pasados unos minutos, observas qué ha quedado a tu alrededor, en tu hogar… y no ves nada…
Sólo vacío…
El viento… se lo ha llevado todo… excepto la chimenea encendida y una gran alfombra roja que llega hasta la puerta.
Puedes cerrar ya tus ventanas para que el fuego interior vuelva a calentar tu espacio vital…
Lo sientes… despojado de todo, todo aquello que ya no necesitas y que se ha marchado para dejar sitio a nuevas experiencias, vitales…
Desnúdate sobre la alfombra, al calor del fuego, baila, exprésate, recrea el momento en expansión que te ancla a la vida y llena el espacio con tu presencia…
Llaman a la puerta.
Puedes ya ofrecer tu espacio vital con un solo sentimiento en el pecho que vibra dentro y que resuena hacia los corazones que se acercan:
«Dad vida, nada más».
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 13/12/2017