Retícula
Un punto en el vacío.
En él te encuentras tú.
No hay nada más. Tu consciencia.
Sólo te percibes a ti mismo…
Nada más.
Enciendes tu oído…
Comienzas a percibir sonidos, a diferentes distancias.
Los comparas, distingues… (¿los sientes dentro?)
Los ubicas como si fueran más puntos en un mapa, a diferentes distancias de ti.
Los marcas y unes tu punto con los demás, y aquellos entre ellos…
Abres los ojos…
Comienzas a ver imágenes, a diferentes distancias.
Intentas reconocerlas, las clasificas… (¿las sientes dentro?)
Las ubicas como si fueran más puntos en un mapa paralelo, a diferentes distancias de ti.
Los marcas y unes tu punto con los demás, y aquellos entre ellos…
Percibes la respiración que te permite la vida…
¿La sientes dentro, cómo te permite trazar tus mapas?
¿Notas la sequedad de tu boca, pidiendo agua regeneradora?
¿Y la suavidad de tu piel en tus yemas, las yemas en la corteza de los árboles, del musgo, la piedra o del dolor bajo la llama del fuego?
Sigues trazando planos,… paralelos…
Tal vez la intuición te hable… Sabes… sin saber…
Traza los nuevos puntos en ese nuevo plano, desconocido, paralelo…
Continúa así, hasta donde seas capaz…
Une todos esos planos paralelos entre sí, que no se tocan, o tal vez sí…
Acabas de crear tu propia retícula, la maya integradora de la vida en la que te hallas insertado…
Acabas de acceder a una nueva realidad que teje la vida en su máxima expresión,
la que es capaz de percibir el Ser Humano…
¡Enhorabuena!
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 23/02/2018