Mirlo
Estación fría que da paso al mediodía.
Mientras tanto, el mirlo confía en el paso de transición, estoico, entonando su canto específico, brillante, musical, directo al corazón.
Negro azabache, anaranjado sol que picotea el mismo centro y perfora la fuente en la que te hallas, que dinamita y desbloquea el caudal de luz, torrente de vida del que te nutres, cuando te acuerdas, cuando recuerdas.
En el olvido, inmerso de oscuridad,
vislumbras brillos punteados que juegan, chispean y bailan, componiendo siluetas, abstractos colores,
palabras, fonemas,… vibraciones.
Todo el mundo que cabe en un instante,
ritmo del mirlo, que observa vigilante…
tu alma.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 11/11/2017