Cisne blanco
Endivia turgente que da a luz, cisne blanco en remolinos proyectado.
Como un árbol más… de la vida
Entroncando en rojo, de raíces firmes que empujan la vida, potencia vital del toro.
Dulzura de movimientos suaves que redondean en naranja su fruto nutritivo,
que ascienden paulatinamente fluidos y espontáneos hacia el fuego amarillo en una Danza Vital sin predecentes, anclados a los meridianos de la Tierra, pilonos siderales…
Ahí me subo… Observando la noche estrellada, deslizándome por los toboganes verdes del tiempo hacia esa bendita hierba fresca que perfuma la tierra que pisamos.
Será el corazón, será la libertad que surge del encuentro entre el cielo y la tierra, entre tus ojos y los míos; pez que nada libre en manantial cristalino.
En azules decorados, brota la vida a raudales, danzas, bailes, escritos, miles de historias reflejadas en un momento delante de la pupila… límites trascendidos, cruzados sin cruzada, sentimiento puro… plenitud consciente.
Hasta ascender a un punto, en el que las violetas sagradas desprenden su aroma, entonan su canto silencioso danzando libres en círculo a la vida: el círculo de la vida.
Llaman a la blanca puerta: Escuchar el silencio y, tras una pausa de vacío llenado, abres tu inocencia a la curiosidad del invitado, absorbiendo estrellas, galaxias, vacíos, fotones…
Afortunado y conmovido ante la inmensidad de ese regalo…
El alumbramiento esperado.
© Roberto Sastre Quintano.
Madrid, 26/04/2019